miércoles, 21 de julio de 2010

EL SUFRIMIENTO.

El camino más corto para superar el sufrimiento es comprender su sentido y su función.Más allá del sentido espiritual, el sufrimiento tiene una función moral y realiza una profunda purificación en nosotros.La causa del sufrimiento del ser humano se encuentra en él mismo, y en principio deriva de su resistencia a transformarse. Por otro lado, hace milenios Buda reveló que el sufrimiento es producto del deseo.Nosotros lo generamos al querer cosas, al involucrarnos emocional y mentalmente con algo o con alguien . Las personas, por estar muy centradas en sí mismas, poco se interesan por la evolución del universo en que se encuentran. El sufrimiento proviene de ese desinterés y de ignorar que todo es estimulado por la única vida. Sin embargo, podemos cambiar esa situación si canalizamos nuestros deseos hacia objetivos cada vez más amplios y elevados.Si el sufrimiento es de naturaleza moral construye y fortalece el carácter, nos impulsa a que dejemos de ser tibios en nuestros sentimientos. Todos los que ya han formado el carácter lo hicieron viviendo diferentes graduaciones de ese tipo de sufrimiento, pues durante las pruebas que nos presenta tenemos posibilidad de hacer opciones importantes para el camino espiritual.Si el sufrimiento es de naturaleza física casi siempre nos quiere mostrar, a través del propio cuerpo, lo que debemos cambiar en nuestra manera de ser. Este tipo de sufrimiento, como también los otros, es siempre proporcional a la capacidad que tenemos para soportarlo; y en algunos casos, agregamos lamentaciones y rechazo a las pruebas que nos presenta. Con estos agregados el sufrimiento se puede volver excesivamente pesado por eso algunas personas sucumben ante él.Necesitamos considerar el sufrimiento como oportunidad de sanar viejos desequilibrios causados por nosotros mismos, y debemos abandonar la idea errónea de que él viene para castigarnos. En realidad, lo que el sufrimiento proporciona es purificación. Si lo aceptamos inteligentemente, permitimos que la energía de nuestro ser interior remueva lo que le impide expresarse. Esa actitud positiva puede fortalecerse cuando agradecemos lo que el sufrimiento realiza en nosotros, cuando reconocemos lo que la vida, con sabiduría, nos ofrece a través de él.

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