Dios nos ofrece, toda la ribera,
bellos paisajes y un amor sencillo,
perfumados el ambiente de tomillo,
en el arduo que hacer que nos espera.
El sol saliente brilla en la pradera
cuando el pájaro canta su estribillo,
y un latido profundo toma brillo,
en alas de la bruma mañanera.
Campos de Dios, hermosos y triunfales,
con los ojos que afronta los confines,
a la espera de abrazos fraternales.
Aqui está la verdad con sus clarines
y los profundos surcos inmortales,
del paso que transpone a sus jardines.
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